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miércoles, 24 de abril de 2019

Resultado del concurso y la leyenda de Jordi, el dragón jardinero.



La leyenda de Jordi, el dragón jardinero.

Había una vez un curioso reino, y digo curioso, pues era un reino de dragones.

En las profundidades más profundas de la montaña más picuda, los dragones y dragonas vivían en paz.

Mientras los dragones aprendían en la escuela a volar, lanzar fuego, robar ganado o asustar a los humanos. Jordi, el pequeño y regordete dragón, soñaba con hacer realidad su sueño más grande, el soñaba con ser un dragón jardinero.

Sí, Jordi no era un dragón común y corriente y sus compañeros, en especial las dragonas, se reían de él propinándole toda clase de palabrotas como "dragón cagón" o "¿tú qué eres? ¿un dragón o un Veggigón?", Y eso se lo decían porque Jordi prefería una buena ensalada de Dragialgas antes que cabeza de príncipe azul asada...

A Jordi le gustaba pasear por las llanuras en busca de florecillas, las cuales estudiaba meticulosamente. ¡Se las conocía todas! Y las Dragaritas eran sus favoritas, con sus pétalos flameantes.

Un día, cuando Jordi regresó a su casa después de la escuela, vio un folleto en el buzón que decía:

¡Gran gesta Dragoníl! Aquel que vaya al mundo de los humanos y se coma a la princesa del reino más cercano será coronado como Dragón Alfa del año.

A Jordi no le interesaban esas gestas, pero, pensó que si lo lograba y lo nombraban dragón alfa del año, sus compañeros al fin lo dejarían en paz. Así que sin pensarlo dos veces llamó al 902 del anuncio y se inscribió.

Llegado el día de la gesta, los demás participantes se reían de él, " ¿dónde vas bolinche con alas?" "La princesa te comerá a ti en vez de tu a ella" decían. Pero Jordi hizo caso omiso y emprendió su vuelo.

Los dragones fueron eligiendo los reinos a medida que volaban, pero Jordi, que era el último, se fue al reino más alejado de todos...

El pequeño reino no era más que una aldea de pocas casas con un diminuto castillo que se encontraba entre bastos campos de lavanda y amapolas que dejó a Jordi maravillado. ¡Pero debía ser malvado! 

Así que con todo el dolor de su escamoso corazón soltó una gran bocanada de fuego que carbonizó en segundos todo el campo de lavanda.

Jordi, al ver lo que había hecho, no pudo evitar romper a llorar. ¡No podía hacerlo! Jamás sería un bravo dragón alfa...

Entre grandes sollozos aterrizó en el campo chamuscado e intentó encontrar algún diminuto brote que se hubiera salvado, sin éxito.

Los aldeanos asustados por la aparición de un dragón y lo que había hecho, fueron a buscar a la princesa, pues era muy sabia y valiente.

La princesa, después de escuchar al pueblo y darles la medicina a sus padres, los reyes, que ya eran muy ancianos, fue al galope sobre su yegua a ver al temido dragón.

- ¡Tu dragón! ¿porqué vienes a asustar a mi pueblo y quemar mis bellas flores?- le gritó la princesa.
Jordi que no paraba de llorar, por su culpabilidad, no pudo contestar.

La princesa, al ver el llanto de ese dragón pensó que tal vez estaba herido, o incluso, que había sido un accidente. De modo que se acercó a él.

- Aléjate de mi, soy un monstruo- dijo Jordi entre lágrimas- ¡Soy un monstruo para los humanos y un perdedor para los dragones!- Jordi no pudo más y cayó al suelo desolado, sentía que no había ningún lugar para él en ningún mundo y que jamás sería feliz.

La princesa sintió el dolor que tenía ese hermoso ser, era la primera vez que veía un dragón de verdad y no se parecía a las bestias salvajes de las que hablaban sus libros de defensa del reino. Esa era una criatura sensible que se sentía terriblemente solo y triste. Fue tanto el dolor que sintió la princesa en su corazón que lanzó al suelo su lanza y abrazó entre lágrimas al dragón.

Tanto lloraron los dos abrazados que sus lágrimas comenzaron a humedecer el suelo del campo quemado y entonces, por arte de magia, un pequeño brote surgió de la tierra carbonizada y lentamente comenzó a crecer.

El dragón y la princesa, al percatarse, vieron crecer una curiosa flor, de tallo fuerte y robusto con afiladas púas y cuya flor era roja como el fuego pero con un aroma tan dulce y lindo que, en cuestión de segundos, el olor a quemado desapareció.

-¡Que flor más bonita!- dijo Jordi secando sus lágrimas.

- ¡Es una flor dragón! Sus hojas son verdes como tus escamas, tiene púas afiladas como tus dientes y tus garras, sus pétalos son rojos como el fuego de tu interior y desprende un bello aroma, igual de bello que tu corazón, que es sensible y hermoso- le dijo la princesa.

Jordi se emocionó, ¿sus lágrimas habían creado una flor tan hermosa?.

- ¿Cómo te llamas?- preguntó Jordi a la princesa.

- Rosa- contestó ella.

- Pues así se llamará esta flor tan bonita, Rosa.- anunció Jordi radiante de felicidad.

Jordi se disculpó con el reino por lo que había hecho y prometió cuidar de ese campo hasta que creciera la última florecilla.

Y así fue como Jordi se convirtió en el jardinero oficial del reino. Y desde entonces, cada 23 de abril, se celebra ese bonito día en el que apareció la primera rosa del mundo.

Con los años, la gente, que no podía creer que algunos dragones fueran buenos y algunas princesas reinaran sin príncipes ni caballeros, pues cambiaron la historia diciendo que Jordi era un tal Sant Jordi que era un caballero... Pero eso no es más que una mera leyenda.

FIN


¿Qué os ha parecido mi versión de la leyenda de Sant Jordi? ¡no pude evitar participar yo también en el concurso!.

Como ya anunciamos, hoy 24 de abril de 2019 teníamos que anunciar la o el ganador de dicho concurso. ¡Y nos place comunicar que la ganadora del primer concurso de relatos de Cazadoras de Letras es....! (Redoble de tambores)

¡NEREA CAMPOS!

¡Muchísimas felicidades y muchísimas gracias por participar! Esperamos que disfrutes mucho de tu pack de regalitos.

Esperamos que en el próximo concurso los demás lectores se animen más a participar.

Xantal.
abril 24, 2019 / by / 0 Comments

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